Historia de una triatleta de Litos

Por: María Navío Fernández

Desconozco el origen de esta locura, que una persona me metió en la cabeza, Pau San y luego me dejo sola zanganeando por el camino… Espero que para el próximo no me falles pedazo de 🙂

Gracias al señor Rajoy y Wert, porque a este sinvergüenza siempre hay que darle las gracias en todo, este verano e sido una más en esta gran empresa del paro. Yo, con muchas  inquietudes y un culo inquieto donde los haya necesitaba un poco de chispa este verano para no perder el ritmo de tan ajetreo que llevamos en la ETSAV. Triatlón, pues si allá que vamos, yo que no cogía una bicicleta desde hace años y que muchos sabéis que correr solo lo hacía en sueños…

El paso de los días iba acorde a la motivación que sentía, a pesar de los percances emocionales que me supusieron el nadar entre medusas, las grandes profundidades, las caídas en bici, el ataque de perros hambrientos y claramente, el tener que pegarme los madrugones en vacaciones para hacer las salidas de ciclismo. Y Sí, ahora me río.

Agosto, aquí practique otro tipo de triatlón en mi pueblo de Zamora, un triatlón Olímpico de cervezas «cubatas» y pinchos. No quise excederme y fracase en el intento, aquellas fiestas están hechas de otra pasta. Cuando volví a Valencia la recuperación a tanto exceso fue… imaginaos.

El día previo, recogida de dorsal 723,  categoría sub-23 con 23 años, estaba claro este número tenía que ser mío. Llegue al Box, y flipaba con la seguridad y el trato que recibía, me sentía hasta importante. Haciendo tiempo solo hacía que pasearme por Marina Real arriba Marina Real abajo, vino Rober al que tanto le he mareado con mi dolor de hombro para apaciguar mis nervios y fuimos a una charla de ‘’como perder el miedo al agua’’ ya precediendo el futuro… Al acabar la charla tuvimos el «brieffing» de la prueba por parte de la organización.

Llego un 7 de septiembre, obviamente conciliar el sueño mientras en tu pueblo se están pegando la fiesta padre, fue complicado.  Me puse como cinco alarmas como siempre temiendo lo peor. Me levante a las 5:00 h, media hora antes de que sonaran las cinco alarmas al unísono,  cantando canciones de Marea, Extremoduro…  sí, seguían de farra con la verbena.

Yo tan feliz, no tenía nervios hasta que toque lo que más temía: el AGUA. Del embarcadero de entrada hasta la bolla de salida, aquello me supuso nadar dos veces la longitud de un campo de Oliver y Benji.  A partir de ahí empezó lo divertido, para quien estaba viéndolo claro, para mí fue una larga tortura.

¿Preparadas triatletas? Sonó la bocina. Lo primero unas cuantas patadas en la cara, para empezar con ganas, el agobio fue en aumento. No había tragado tanta agua en mi vida, claro, el agua bien sucia un color verde olivo maloliente… tuve alimento para todo el día. Acabe nadando sin estilo, no sabía ni que hacía de la tal ansiedad que tenia, pero me gire y …uuuf que suspiro, como yo había unas quince chicas más.  Era el principio y tenía que calmarme. Me dio la sensación de una eternidad, y asombrada, solo habían pasado nueve’.

Más mareada que un pollo sin cabeza, pise tierra firme en dirección al Box. Pasillo 7-8 primera bici 744 a mitad, aún me acuerdo así que no falle. El protocolo tampoco, vestirme de arriba abajo, dorsal, gafas y casco. En ese momento oí a mi padre que me gritaba ¡¡María!! ¡¡¡Más rápido!!! Me entró el pánico de perder la noción del tiempo… cogí la bici y eche a volar. Lo primero que hice fue dejar el bidón seco y limpiarme la boca del mal trago o malos que me eche nadando.

Una gran experiencia recorrer parte del circuito de la F1 destacando el puente que cruza el canal del puerto. Me entró un dolor de barriga, tragar tanta agua es lo que tiene, así que baje un poco el ritmo hasta que se me fue.  Este era mi tramo bueno, así que fui adelantando de la posición 249 hasta la 55.

De nuevo en Box. Dejé la bici que en ese momento me pareció que pesaba como 16 kg, el protocolo aquí tampoco me falló: dejar la bici, casco y dorsal. Aquí venia el peor cambio, ahora tocaba correr, al principio fue durísimo, pero estaba en el mejor tramo en cuanto a ambiente y el cariño de la gente me hizo crecer. Pasé el «Veles e Vents» y dije esto está hecho: solo queda ir y volver.  Cogí mi ritmo, el que tenía en los entrenamientos y no quise apretar por temor que me volviera el dolor de barriga del agua, así que este fue mi momento de más disfrute.

Llego el peor tramo para todos, me acorde del señor David Chipperfield y su maldita rampa de subida del «Veles e Vents» pero esto marcaba el inicio de la llegada a meta. Muy asombrada y nerviosa por llegar apenas recuerdo el momento, solo recuerdo la bajada a línea de meta mi sonrisa en la cara y una chica que me coloco la medalla y me dijo: Enhorabuena triatleta.

Finalmente un tiempo de 53:27. En mi categoría me quede quinto a apenas medio minuto del podium y segundo en el tramo ciclismo. Y 147 en la general, menos de la mitad.  Yo entiendo poco, pero viéndome a mí, que no había hecho deporte desde hace años, solo por intentarlo ya estaba contenta.

A todos los que me habéis aguantado los nervios previos, a los que vinisteis a animar a pesar del madrugón y a todas las felicitaciones, gracias.

Una sensación difícil de describir,  una experiencia que seguramente no olvide, y que espero que sea la primera de muchas más. Totalmente recomendable,  disfrutar del deporte es lo más sano que hay.  La ilusión mueve todo lo que uno se proponga, nuevos retos y nuevas metas.

María Navío, desde Facebook.

María Navio

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